Universidades argentinas lideran investigación sobre cannabis

Universidades argentinas lideran investigación sobre cannabis

Por Delfina Tremouilleres/noticas.perfil.com

Se intensificaron los estudios científicos en universidades sobre el uso de la planta.

Un aula de la facultad de medicina en donde hubiera un intercambio de conocimientos sobre el cannabis. Ese fue el escenario que imaginó años atrás Marcelo Morante, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata y capacitador médico del Programa Nacional de Cannabis Medicinal. En ese entonces, entendió que el marco regulatorio en relación al uso de cannabis medicinal en la Argentina iba a tardar en llegar: mientras tanto, había que capacitar a médicos para que cuando existiera una ley ya hubiera profesionales que pudieran acompañar a los pacientes. La norma llegó, aunque acotada a los casos de epilepsia refractaria. Para otras patologías se utiliza por canales alternativos.

Hoy, el mundo académico pone los ojos en el cannabis como respuesta a una necesidad de la sociedad de ampliar el espectro de uso legal de la planta y afloran las investigaciones y debates científicos. La Universidad Nacional de La Plata, pionera en la temática, cuenta con un Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIM) en el que llevan adelante un proyecto de investigación, que incluye cultivo con fines científicos, y el análisis de los aceites de consumidores terapéuticos. El CONICET acaba de publicar un estudio relacionado a las propiedades del cannabis con respecto al corazón y diferentes universidades –además de la de La Plata, las nacionales de Córdoba y del Sur, entre otras– abrieron cátedras sobre cannabis y salud y aportan investigaciones sobre la cuestión.

Evidencia científica. “Es innegable que hay un auge en los estudios del cannabis a nivel académico. En los índices de las publicaciones científicas hay un interés creciente en distintos aspectos del uso del cannabis medicinal”, señala Diego Sarasola, médico especializado en psiquiatría y psicología médica y director del Programa Nacional para el Estudio y la Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis. En ese sentido, explica que los objetivos del programa son la investigación, la producción de derivados para proveer a pacientes con un menor costo y la capacitación de profesionales.

Este último punto es esencial: el gran regulador, en última instancia, será el médico que lo prescriba. Así lo entendieron desde la Universidad de La Plata y, después de realizar el Primer Congreso de Cannabis Medicinal en 2017 –el siguiente será en 2020–, vieron la necesidad de abrir una línea de investigación. “Tuvimos que mover una rueda pero desde muy atrás. Esto antes estaba prohibido y pensar en cannabis era tabú. Entonces hay que formar los recursos humanos, sensibilizar a otros profesionales, convencer al decano de que esto no es droga y que es un problema de salud. Hay todo un proceso de incorporación de esa temática dentro de los ámbitos académicos que no es simple. Y en eso estamos abocados muy fuertemente”, indica Darío Andrinolo, investigador y director del Centro de
Investigaciones de Medioambiente de la UNLP.

Ahora, llevan a cabo un análisis y caracterización de diferentes tipos de la planta para conocer sus propiedades y potenciales beneficios o contraindicaciones en su uso medicinal. Sin ir más lejos, Andrinolo está por presentar una tesis para un proyecto de beca al CONICET donde va a estudiar efectos de cannabis sobre diversas patologías hepáticas y, a fin de año, presentará en un Congreso en Alemania resultados sobre estudios que hicieron en diversos aceites.

“Observamos algunas mejorías como pérdida de dolor, disminución del consumo de opioides, el estado de ánimo y otras cuestiones que los pacientes terminales de cáncer sienten y tienen un mejor vivir con el uso del cannabis”, explica Andrinolo.

“Todo este trabajo que se viene haciendo desde la currícula de la UNLP más la capacitación para las provincias va a resolver parte del problema, que es que el gran regulador que es el médico. Eso sería un fin en lo mediato, y en lo inmediato lo que habría que resolver es el acceso”, señala Morante. Paola Ferrero, investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares “Dr. Horacio E. Cingolani” empezó a trabajar en el tema con el empuje de Morante, cuando este estaba impulsando que se investigaran sus usos medicinales. Hace semanas, consiguió los primeros resultados sobre las propiedades del cannabis a nivel cardiovascular. En esta primera etapa del trabajo, realizada con moscas, encontraron que, a largo plazo, existe un efecto beneficioso: el aumento de la contractilidad del corazón.

“Esto nos permite tener una aproximación de qué pasaría cuando se inhalan cannabinoides y se puede pensar en desarrollar ensayos clínicos. Con esto se ofrece un contexto para después evaluar y considerar efectos beneficiosos y adversos potenciales”, explica Ferrero. El próximo paso de la investigación será trabajar con moscas con parkinson y epilepsia.

Comunidad. Más allá de los objetivos variados y puntuales de cada investigación que se está llevando a cabo, la finalidad compartida de todos los científicos es darles una respuesta a quienes son usuarios terapéuticos de cannabis y no tienen información con la rigurosidad necesaria para poder utilizarla. “La mayor parte de lo que tiene que ver con conocimiento en cuanto al uso terapéutico del cannabis está fuera de la universidad. La evidencia terapéutica viene de los propios pacientes. La academia viene a la cola de todo esto, viene a tratar de explicar lo que está pasando”, explica Patricio De Urraza, investigador de la UNLP y titular de la primera cátedra libre sobre Cannabis y Salud que se abrió en esa facultad.

En ese sentido, Francisco Mora, ingeniero agrónomo y docente de la primera cátedra de cannabis medicinal del país que se dictó en la Universidad Nacional del Sur (UNS), entiende que la motivación de los profesionales surge del intercambio con la sociedad civil. “Pertenezco a distintos organismos y me muevo entre asociaciones de cannabis y hay muchísimos profesionales que siguen el tema. Estamos poniendo cuerpo, tiempo, corazón y dedicación para indagar sobre otras dolencias y tratamientos que podrían ser posibles con cannabis pero que por ahí no son escuchados”, señala. Aunque tuvo la intención de contribuir a la causa con su tesis de maestría sobre la aptitud del clima argentino para cultivar cannabis, sólo pudo avanzar a nivel teórico: la ley no le permite plantar. Sin embargo, siguió su trabajo en la temática.

Con la atención puesta en reducir daños y generar información útil, científicos e instituciones alimentan el vínculo con la sociedad para poder generar conocimientos. “La universidad está para aportarle a la comunidad seguridad y certezas respecto del bienestar general”, añade De Urraza.

Así, con cátedras como la de la UNLP, la UNS y un nuevo curso de grado sobre cannabis y su uso terapeútico que se abrió en la Universidad Nacional de Córdoba, apuntan a contribuir a las necesidades sociales.

Invento Fadu. Un grupo de estudiantes de Diseño Industrial de la Facultad de Diseño y Arquitectura de la UBA crearon una máquina que permite producir aceite de cannabis como proyecto de tesis, Se llama “Néctar” y tiene como objetivo principal la extracción de aceites esenciales a partir del uso de fluidos suprecriticos (FSC), logrando muestreos de altas purezas y concentraciones.

“La investigación científica para el uso del cannabis medicinal y sus derivados es abarcada desde diversos puntos de estudio como el Diseño Industrial, la Ingenieria, la química y la tecnología, las cuales se complementan en el desarrollo de NÉCTAR”, explicaron en sus redes sociales.

Funciona procesando las hojas de la cannabis que, al configurar temperatura y presión, se convierten en aceite. Según la cantidad que se introduzca, varía el tiempo de demora de producción. Hasta el momento, cuentan con una sola muestra.

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